lunes, 25 de junio de 2012

CINEASTAS INDIGNADOS; Frente Unido del 68.




Claude Lelouch, Jena-Luc Godard, François Truffaut, Louis Malle y Roman Polanski,
en el Festival de Cannes de 1968.



Hace cuarenta años, un festival de carcamales, oficialísimo y mediatizado, intentó mantener su programación contra viento y marea por razones estrictamente comerciales, sin que le importara un rábano que Francia estuviera patas arriba por una revolución. Y sólo la determinación completamente arbitraria e iluminada de un grupúsculo de artistas obligó a los burócratas a cerrar el certamen.

Duerme, desde hace mucho tiempo, en los archivos celosamente guardados de la Cinemateca francesa, una auténtica mina de informaciones y detalles crujientes sobre lo que realmente ocurrió el 18 de mayo de 1968 en el Palacio de los Festivales y demás salas del certamen.

Godard y Truffaut, por Elizabeth Peyton.
Las imágenes burlescas de lo ocurrido ese día en Cannes dieron la vuelta al mundo. François Truffaut tuvo que colgarse del telón para impedir la proyección de 'Peppermint Frappé', que los organizadores intentaban mantener a toda costa. Jean-Luc Godard se lo pasó bomba haciendo la misma payasada y ambos rieron mucho al ver que las primeras imágenes de Saura fueron proyectadas, no sobre la tela blanca, sino sobre sus cuerpos y sobre el telón, antes de que alguien apagara el proyector. Luego voló un puñetazo, propinado por un individuo no identificado, que obligó a Jean-Luc Godard a buscar sus gafas por el suelo durante horas.


Sólo faltó Chaplin 
 
Detrás de ese momento esencia del cine -hoy venerado por miles de cinéfilos del planeta y en el que sólo faltaban Buster Keaton y Charlie Chaplin-, la procesión va por dentro.   "Francia echaba el cierre y, por lo tanto, Cannes también tenía que cerrar. Era lógico". Así arranca François Truffaut su relato de los hechos en uno de los textos conservados en la Cinemateca, y enviado el 15 de julio de 1968 a Gilles Jacob.
"Por primera vez en su historia, esta institución artístico-comercial llamada Festival de Cine fue brutalmente interrumpida por un auténtico ‘grupúsculo' de realizadores que estimaban que, en plena crisis de Francia, no era muy decente que productores, distribuidores, gacetilleros y estrellitas prosiguieran su desfile soleado", añade el autor de los 400 Golpes en otro texto.


Cine en la piel
 
Cuando los primeros fotogramas de Peppermint Frappé se volcaron -precisamente- a frapper sobre los pellejos del grupúsculo, "se vivió el único momento logrado de esa jornada confusa y ridícula", explica Truffaut, contento al ver el contrasentido de un Carlos Saura "peleando para que su filme no fuera proyectado".
La monumental algarabía consiguió efectivamente la clausura acelerada del Festival, decidida por los organizadores pocas horas después -y no antes- de que el "grupúsculo" los dejara en ridículo.

Infinitos son los hilos que llevaron hasta ese momento. Truffaut, que no era para nada un revolucionario y ni siquiera alguien con sensibilidad social sino más bien asocial, actuó simplemente por placer, porque "me gustaba ver a Francia paralizada con el Gobierno totalmente desorientado". En un texto más intimista, el de La Nuit Américaine, hace la confesión complementaria: "Admiro a los estudiantes y apruebo su lucha. No tuve la suerte de ser un estudiante".

Truffaut en el escenario de proyección.

Lo de Godard fue más radical: había pasado semanas rodando en París entre barricadas, policías y universidades cerradas -escenas que incorporaría a los Cinétracts junto a Marker o Resnais-, y llegaba a Cannes con ganas de comerse el mundo y de insultar a quien intentara frenarle.
Tras ellos, entre bastidores, un tercer cineasta, ni joven ni perteneciente a la Nouvelle Vague, fue clave para hacer posible la escena del 18 de mayo: Louis Malle.
El autor de 'Ascenseur pour L'Echafaud' era, ya en 1968, un director de enorme prestigio, miembro del jurado oficial de Cannes. Regresaba de la India asqueado por la pobreza que había visto en un mundo que ya era el de la sociedad de consumo. Nada más arrancar el festival, obró entre sombras para boicotear el jurado: su dimisión arrastró tras de sí a Roman Polanski y Monica Vitti.


Energía vs inercia
 
Frente a la energía de los artistas pro-boicot, la inercia burocrática del festival. En sus actas internas, los organizadores afirman sin complejos que, en el país de los 200.000 obreros en huelga, "el Festival parecía abocado a celebrarse bajo los mejores auspicios". Cuando "de pronto, en ese cielo límpido, negros nubarrones se acumularon y estalló una brusca y violenta tempestad".

Negras tormentas auguran los cielos. Los nubarrones, por supuesto, aparecen citados nominativamente: son Godard, Truffaut y Malle. Gente a quienes la administración de Cannes acusó de haber actuado "con celo y con pasión para cumplir la ‘misión' destructora que se les había asignado".

Más allá de conmemoraciones protocolarias, Cannes tendrá que decir si sigue considerando que lo de Peppermint Frappé en 1968 fue una "misión destructora", o si, más bien, no fueron Godard, Truffaut y Malle quienes precisamente lo salvaron de la deshonra.


Se podria pensar en algo parecido, a junio de 2012?







Fuente: http://www.publico.es/culturas/77092/boicot-a-cannes


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