jueves, 3 de mayo de 2012

NUESTRA CRÍTICA - "Celebración", de Thomas Vintenberg (1998)



El cine Dogma podría definirse como una forma particular de filmar, en la que alguien con la cabeza llena de teorías sobre lo que debe y no debe ser el cine, rueda como si lo hubiera olvidado todo; un vídeoaficionado nada ingenuo, al fin y al cabo. La rigidez de sus dogmáticos postulados intenta controlar a una cámara que va por libre -aparentemente- para recordarle que, a pesar de su -aparente- ignorancia, debe atenerse a ciertas normas rígidamete definidas para lograr ese tan buscado naturalismo. En esa aparente contradicción esta el misterio. 
 
Este movimiento fue creado en 1995 por Lars von Trier y Thomas Vintenberg, con la premisa básica del rechazo a los efectos especiales y la tecnología. A esto se atiene con dudosa lealtad la primera película Dogma; Celebración. Dudosa porque se salta el punto 1 del llamado "Voto de Castidad", que obliga a utilizar lugares naturales, de forma que si un determinado objeto fuera necesario para el desarrollo de la historia, deberá buscarse una localización donde este objeto esté disponible. Vintenberg tapó una ventana y utilizó iluminación especial en una escena.
Aparte de ese pecado venial, creo que en todo lo demás se atiene bien a los principios de naturalismo férreo impulsados por él mismo, y el resultado es de una fuerza abrumadora. También aqui podría decirse que la realidad supera a la ficción. De largo. Realidad pactada, claro, esto es cine, que consigue hacernos entrar como espectadores privilegiados en la intimidad de una digna familia que quizá no lo sea tanto, a pesar de su esfuerzo por mantener las formas en todo momento -sus propios dogmas, podría decirse-. Como si se supiera observada en todo momento aunque ignore quien es el intruso...




Los diálogos, el silencio de fondo, sin banda sonora, una cámara en continuo movimiento, como los personajes en los que entra, crean un clima y una tensión impresionantes. Como sin querer, con esa rebuscada y efectiva sencillez, consigue transmitirnos una tragedia familiar con toda la complejidad de la historia y las relaciones que la han creado. No es un recorrido lineal, sino una red que envuelve casi claustrofóbicamente a todos sus personajes a través del protagonista, y refleja de una forma muy lúcida las relaciones sociales sin recurrir apenas a escenas en exteriores. Todo parece estar en esa casa. 
 
El escenario-situación que sirve de base al desvelamiento del secreto familiar, sostén argumental de la película, es una celebración; el 60 cumpleaños del padre-patriarca. Acuden todos; hijos, nietos, abuelos, tíos... Quizá la mas presente sea una de las hijas cuya silla en la mesa permanecerá vacía por fuerza; su muerte, en circunstancias de las que es tan difícil hablar, estará presente a lo largo de todo el filme. En ese contexto, esa “Festen” es la máxima expresión de la funcional disfuncionalidad de esa familia, que tiene la tarea externa de mantener las apariencias –se trata de una familia de la alta burguesía- e internamente confirma roles, creencias, mitos y el reforzamiento de la autoridad del patriarca. La intención de Christian, el principal protagonista, de desvelar su secreto, que es el de todos, dentro de ese ritual de exaltación familiar es especialmente revulsivo y provocador. Los sucesivos discursos durante la celebración sustentan la narración y son los catalizadores de las situaciones que se dan al margen del escenario “festivo”, haciendo posible que de una forma circular, la historia se desarrolle en una determinada dirección (el final podría haber sido muy distinto). 
 
Los actores que sirven casi de figurantes en las escenas en torno a esa mesa de celebración no son profesionales y desconocían los diálogos que los actores principales interpretarían en ellas; las expresiones que se pueden ver en sus caras y en sus gestos son, de alguna forma, espontáneas.

El punto de partida del desmoronamiento famliar, como si fuera una metáfora de lo que sucederá después, comienza ya en la primera escena, cuando su principal victima -viva-avanza a lo largo de un camino en un paisaje casi desierto. Va solo, hablando con alguien todavía desconocido a través de un móvil, afirmando que esta dispuesto a... Pero lo hace siendo parte inevitable de ese mismo sistema, que ha creado férreos impedimentos para que sus miserias sean desveladas. En esa contradicción se desarrolla toda la historia. En esa contradicción comienza otra.

La mejor forma de ver esta película es olvidar que es cine Dogma. Creo que, en el fondo, ese es el objetivo; partir de una teoría cuyo propósito final, cuando se materializa, nos haga olvidarla para dejarnos llevar por la historia que nos cuenta. Su fuerza de arrastre es temible.

Itzibaretta 


No hay comentarios:

Publicar un comentario