"Hoy día, sigue siendo tan desconocido como su propio rostro. No en
vano, cuando alguien le pide un autorretrato, envía una foto de su gato"
Se
sabe que se sabe poco de Chris Marker. La vieja leyenda que podía
figurar en su tarjeta de presentación -"Escritor, fotógrafo,
cineasta, viajero"- ya ha quedado anticuada. Probemos con una
descripción más amplia, ésta pergeñada por Roger Tailleur al
principio de la carrera del cineasta: "Es sencillo, Chris Marker
es un escritor cazador de imágenes, un viajero meditativo, un
ciudadano del mundo que se expresa en francés, un humanista miembro
del spca, un documentalista musical, un idealista dialéctico".
Tampoco así se da rendida cuenta de quien, varias décadas después,
se destapa como videoartista y 'bricoleur' tecnológico, realizando
un videoclip a los 69 años, una instalación a los 74 y un cd-rom a
los 76... Marker, en efecto, había empezado a trabajar con las
nuevas tecnologías y a presentar el resultado en museos y galerías.
Rebasar así los límites de la institución cinematográfica en un
despliegue de actividad insólito en un octogenario no ha servido
para hacer más asequible su obra, dividida entre los comisarios que
la programan sin conocer quizá su prolífica filmografía y los
cauces cinematográficos que se limitan a proyectar obras en
monocanal...
A
esta condición fronteriza de viajero entre soportes e instituciones
y autor de un hábeas que desafía toda definición, se une la
tradicional cortina de humo esparcida sobre su figura por Marker, un
artista cuyo mismo nombre es un seudónimo y que tiende a reinventar
su biografía como se remonta una película. Lo poco que se sabe de
Marker, el hombre, se basa en rumores certificados (Print the
legend!). Nació en París o en Mongolia. Quizá proviene de otro
planeta. O del futuro, como alguno de sus personajes, aunque es más
exacto pensar en él, como dijo alguien, como un hombre del siglo
XVIII y del XXII a un mismo tiempo. Le gustan los gatos, las lechuzas
y algunas causas políticas. Hoy día, sigue siendo tan desconocido como su propio rostro. No en
vano, cuando alguien le pide un autorretrato, envía una foto de su gato.
Mister Marker sigue
siendo pues, por voluntad propia, un verdadero mystère Marker. Y un
referente obligado en cualquier relato que reconstruya el devenir
audio-visual de la segunda mitad del siglo XX. Con la mirada puesta
en el XXI.
"MYSTÈRE
MARKER:
Pasajes
en la obra de Chris Marker".
María
Luisa Ortega & Antonio Weinrichter
"El
pasado es como el extranjero: no es una cuestión de distancia, sino
de atravesar una frontera". (...) Recuerdo las imágenes que
rodé en el mes de enero en Tokio. Ahora sustituyen a mi memoria, son
mi memoria (...) Ninguna película había mostrado jamás
hasta tal punto que si desajustamos el mecanismo de la memoria, puede
servir para algo totalmente distinto del recuerdo. Para reinventar la
vida y, en última instancia, para vencer la muerte. Decir que la
memoria miente es una banalidad, es más interesante ver en esta
mentira una forma de protección natural que podemos regir y modelar.
A veces, a esto se le llama arte".
Chris Marker.
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