“Un perro andaluz fue un film antivanguardista, nada tenía que ver con la vanguardia cinematográfica de entonces. Ni en el fondo ni en la forma”.
“También
se iba a llamar "Es peligroso asomarse al interior" y "El marista en la
ballesta". Escribimos el guión en menos de una semana, siguiendo una
regla muy simple: no aceptar idea ni imagen que pudiera dar lugar a
una explicación racional, psicológica o cultural”.
“Hubo
40 ó 50 denuncias en la comisaría de policía de personas que
afirmaban: Hay que prohibir esa película obscena y cruel. Entonces
comenzó una larga serie de insultos y amenazas que me ha perseguido
hasta la vejez”.
“Adoro
los sueños, aunque mis sueños sean pesadillas y eso son las más de
las veces. Están sembrados de obstáculos que conozco y reconozco.
Esta locura por los sueños, que nunca he tratado de explicar, es una
de las inclinaciones profundas que me han acercado al surrealismo. Un
chien andalou nació de la convergencia de uno de mis sueños con un
sueño de Dalí”.
Un perro andaluz (1929)
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