viernes, 20 de abril de 2012

OTRA VUELTA DE TUERCA (I)



Iniciamos una miniserie que describe alguno de los recursos literarios que el cine tomó prestados para enriquecer su propia narrativa. Seguro que muchos los reconocemos, aunque no sepamos muy bien de qué se trata.   Vamos a ser indiscretos por un rato para contar algunos de sus secretos...

Se llama «vuelta de tuerca» al giro en el argumento de una historia literaria o cinematográfica en el que se da un vuelco repentino e inesperado en la situación. Se da con más frecuencia cerca del final de la obra, pero también puede encontrarse hacia la mitad.  Estos giros cambian drásticamente el objetivo de los personajes.

La mayor parte de los finales sorpresa pueden incluirse en una de estas categorías: (I) por efecto de la construcción narrativa, (II) analepsis o discontinuidad narrativa o temporal, (III) anagnórisis o descubrimiento, (IV) elementos intrínsecos y (V) elementos circunstanciales.

De todas formas, hay elementos que por sí mismos conforman la estructura en la que se basa el giro argumental final, y en otras sirven de soporte a otra estructura o la complementan.

Cuidado, antes de seguir adelante tengan en cuenta que algunos elementos de la trama de ciertas películas pueden quedar desvelados y perderse así ese efecto de "vuelta de tuerca" tan esperado...   Solo para curiosos impenitentes. 
 

I. Por efecto de la construcción narrativa.

Narrador no fidedigno

Se atribuye la creación de esta fórmula a Agatha Christie, que la empleó por primera vez en El asesinato de Roger Ackroyd. Consiste en engañar al lector/espectador, que tiende a confiar en el narrador, construyendo la trama sobre una serie de mentiras que quedan desveladas en la culminación de la obra.

Una de las primeras películas en recurrir a este artificio fue El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene). En ella, se invita al espectador a identificarse con el protagonista en la persecución de un doctor enloquecido, para confrontarlo con un ambiguo final en el que el punto de vista inicial queda en entredicho.
Tal vez el paradigma en el uso de este artificio sea Sospechosos habituales (Bryan Singer). En esta película, un interrogatorio sirve como hilo conductor de una narración en la que el público está siendo engañado junto al interrogador.




Efecto Rashömon

Esta técnica inspira su nombre en el título de la película Rashōmon (Akira Kurosawa) y supone la revisión de unos mismos hechos por diversos personajes que alimentan la trama con su percepción subjetiva. 

Un ejemplo actual de ello sería la película Héroe (Zhang Yimou), en la que, a medida que se conocen las diversas historias de los protagonistas, el supuesto villano termina apareciendo como una heroica víctima.  


Rashomon


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