Pocos procesos creativos conforman una estructura de relaciones tan complejas como el desarrollo de una obra cinematográfica. Dentro de un equipo de filmación se dan cita diferentes departamentos humanos que desarrollan su trabajo en torno a una única matriz núcleo que es el film, pues nada está por encima de la película y todo ha de funcionar en pos de la misma.
Desde el equipo de producción, maquillaje, efectos, fotografía, vestuario hasta el de dirección, montaje y distribución todo ha de funcionar con una maquina cuasi perfecta para conformar un obra cinematográfica que en mayor o menor medida se mantendrá como un documento inalterable en la historia.
Dentro de ese proceso de trabajo creativo que puede llegar a durar años (el rodaje de "Cabeza Borradora" de David Lynch se prolongó por cuestiones económicas durante más de 4 años), el drama y los sentimientos del propio film pueden llegar a ser más nimios si cabe que el propio drama sociológico que se produce entre los miembros del equipo. Romances, peleas, desfalcos, sexo e incluso defunciones se han sucedido tras las cámaras en estos cien años de cine, influyendo en más de una ocasión en el resultado final de la película e incluso sobrepasando, tal vez por impulsos morbosos, el interés del propio film (el making of "Lost in La Mancha" sustituye a la película maldita "El hombre que mató a Don Quijote" de Terry Gilliam) y es que en el fondo las películas las hacemos los humanos y ya se sabe que la realidad supera siempre la ficción, el objetivo de la cámara se convierte en una transposición de nuestros propios deseos e intenciones, sustituye al ojo humano a la hora de ver el mundo. El hombre, a través del cine, ha ideado una forma casi perfecta de reinventar la realidad. Muchas de las imágenes de los libros de texto acerca de la revolución rusa de octubre 1917 no pertenecen a una fotografía de la revolución de 1917, sino a fotogramas de la puesta en escena de la película de Eisenstein.
Para comprender en todo su esplendor una obra artística, es necesario conocer, al igual que en la pintura o la arquitectura, una serie de cuestiones a mi entender importantes: autor, fecha de producción y por ende cualidades socio- políticas de la época, nacionalidad y por qué no, condiciones y presupuestos que envuelven el rodaje.
Trabajar en una filmación es algo más que una pasión, es un oficio, una partida de idas y venidas que pueden llegar a superar el estado corriente de las relaciones interpersonales, una autentica lucha de voluntades por crear algo de la nada, por dar a luz a un engendro difícil de domesticar y que puede tener múltiples padres y madres que lidian por su custodia. La lucha de egos y el jerárquico trabajo piramidal son elementos propios de este oficio tan endemoniado cuyo devenir se expresa a la perfección con el título de la película de Robert Wise “Sonrisas y lágrimas”.
En Lumiére & Lumiére nos congratulamos en presentar nuestro tercer ciclo “Metacine”, primero de 2011, profundizando en las entrañas de esa bestia de pasiones llamado cine, intentando desmenuzar los entresijos de este moderno proceso creativo heredero de muchas artes y así tratar de buscar una solución acerca de porque el cine ha llegado a calar tan hondo en una civilización en continua búsqueda de sensaciones y a calibrar, si podemos, los pros y los contras de un sistema de difusión que, como valoración personal, ha traído tantas alegrías como engaños a este mundo de devoradores de imágenes. Están todos invitados a ver el cine, dentro del cine.
David Rodríguez Muñiz
Yo también me congratulo del inicio de este ciclo. Haré la necesaria meta.morfosis para que mi alter ego acuda sin falta a las proyecciones.
ResponderEliminar