martes, 29 de junio de 2010

CINEPATÍAS

Cine y psicología siempre han estado estrechamente ligados. La cámara de cine, copia casi exacta de los mecanismos visuales y auditivos humanos, es capaz de reflejar, a través de la imagen y del sonido, ese mundo oculto y egoísta que es el cerebro. No es solo en el cine donde realidad y ficción se entremezclan hasta crear una verdad irreal, también los mortales padecemos esa dualidad entre lo que es y lo que creemos que es. Las neurosis en menor escala, y las psicosis y esquizofrenias, son capaces de tergiversar el estado natural de las cosas creando quimeras y falsas expectativas.


El mundo circundante refleja lo que cada uno ve. Creemos discernir a la perfección entre realidad y ficción, sin darnos cuenta, en la mayoría de los casos, de que somos nosotros mismos los que conformamos nuestro mundo, nuestras actitudes y nuestros modus operandi en función de nuestra herencia cultural y biológica. Evidentemente, las enfermedades y lesiones cerebrales en ocasiones nos alejan de un modo irreversible de la llamada normalidad o cordura social; ahí nace la locura. Sin embargo tal y como afirma el psicólogo Andrew Crowcroft “La locura, a fin de cuentas, no es totalmente ajena a la vida normal; por el contrario, cada uno de nosotros, en su primera infancia, tiene fantasías tan «fuera de este mundo» como las quimeras de cualquier psicótico; y todos volvemos a encontrar, de vez en cuando, ese mundo ilógico, a través de los sueños”.


En el cine, las psicopatías han servido para representar las imágenes más estrambóticas y surrealistas y para explorar, hasta donde es posible, el mundo de los sueños. Ya en 1920, Robert Wiene filmaba la expresionista “Gabinete del Dr. Caligari” utilizando como hilo narrativo el mundo de los sonámbulos y creando el primer narrador psicótico de la historia del cine (Francis, el personaje principal, cuenta la historia desde un manicomio). Transponer los estados alterados de la mente humana al celuloide es posible gracias, entre otras cosas, a las propiedades de la óptica y a la mutabilidad y sobreimpresión del sonido. Muchos directores han sabido recrear ese estado de agitación propio del enfermo mental, utilizando las herramientas más artesanales del oficio. Como decíamos, la elección de una óptica y un mundo sonoro concretos unidos al punto de vista de la narración, ayudan a enfatizar la “locura” del personaje (en la mayoría de los guiones sobre traumas o psicópatas, el personaje principal está presente en todas las secuencias, la cámara nunca abandona al personaje y a través de él va desarrollando el trastorno, véase “Sutther Island” de Martin Scorsese o “El quimérico inquilino” de Roman Polanski). Resaltar de nuevo la utilización de determinadas técnicas cinematográficas para deformar el entorno y acercar la narración a esos estados febriles y desbocados de la enajenación mental (Roman Polanski estrecha y alarga el espacio a su antojo en “Repulsión” y en “El quimérico inquilino” utilizando focales cortas y ojos de pez, y Samuel Fuller estira el pasillo de “Corredor sin retorno” con la ayuda del decorado, la luz y el encuadre).

“Por la mirada del otro tengo miedo a ser descubierto”
J. P. Sartre

Los científicos identifican cuatro tipos de ilusiones ópticas a las que todos estamos expuestos: las ambigüedades, que provocan que una cosa pueda ser interpretada de dos formas distintas (en “El quimérico inquilino“, Trelkovski se obsesiona con banalidades tales como un paquete de tabaco); las paradojas, imágenes que contradicen las leyes naturales (el agente Teddy Daniels de “Sutther Island” y la esteticién de “Repulsión“ modelan el espacio que les rodea víctimas de su paranoia); las distorsiones, que pueden ser visuales o sonoras (en “Repulsión” la casa cruje y se desgarra como si estuviera a punto de venirse abajo); y por último las ficciones, cuando la imaginación nos hace ver más de lo que hay (conspiración y traición son elementos recurrentes para los personajes de las películas citadas).


Otros films ponen de manifiesto la borrosa línea que separa a los locos de los cuerdos si ambos comparten habitáculo; si los locos fueran mayoría serían los cuerdos los que ocuparan los psiquiátricos. Las magistrales “Alguien voló sobre el nido del cuco” de Milos Forman y “Corredor sin retorno” de Samuel Fuller, narran el descenso de un personaje al mundo del autismo, víctimas de las terapias de choque utilizadas en los sanatorios hasta los años noventa (electroshock, lobotomía, etc.), poniendo de manifiesto la idea de que en este mundo es sencillo entrar en un manicomio pero muy difícil salir de él. En “Alguien voló sobre el nido del cuco“, Randle McMurphy ingresa en un hospital psiquiátrico para evitar los trabajos forzados, mientras que en “Shutter Island” y “Corredor sin retorno“ los protagonistas ponen en peligro su cordura movidos por la resolución de un crimen. Al final, lo dicho: “Dios enloquece a quien lo quiere destruir.”

En definitiva, el cine, casi como una prolongación del ojo y del cerebro, es capaz de arrastrarnos a esas regiones abstractas donde es más fácil saborear la magia de lo irreal y dotarlo de veracidad.
_Darius Somerset_

Peliculas citadas:
_El gabinete del Dr. Caligari de Robert Wiene (1920)
_Repulsión de Roman Polanski (1965)
_Corredor sin retorno de Samuel Fuller (1963)
_Alguien voló sobre el nido del cuco de Milos Forman (1975)
_El quimérico inquilino de Roman Polanski (1976)
_Shutter Island de Martin Scorsese (2010)

1 comentario:

  1. Mmmmh... "Ese mundo oculto y egoista" del que habla Mr. Somerset... Sí, la verdad es que muchas de las películas que han tratado estas cuestiones lo han hecho aislando los síntomas mas espectaculares, morbosos o antisociales para darles un aspecto terrorífico, confundiendo a menudo psicosis con psicopatías. Y el resultado es una escisión al mode de "Dr. Jekyll y Mr. Hyde", dos partes de un todo que se niegan mutuamente. El psico.cine mas comercial se ha decantado por la parte mas fácilmente sombría de ese cerebro egoísta despojado de casi todo lo demás (corporal, emocional, relacional y social) y presenta múltiples ejemplos de psicópatas asesinos en serie, destripaterrones de todo tipo y condición, para crear ambientes terroríficos y mostrar ciertos aspectos de los trastornos mentales como únicos, totales y descontextualizados, lo que nos deja muy tranquilxs, porque lxs "rarxs" siempre son otrxs...
    No hablo de las películas del listado, la única que conozco, "Alguien voló sobre el nido del cuco", no va por ahí, pero otras muchas sí, incluso el clásico de Hirchcock, "Psicosis", que hace de los síntomas un estereotipo a temer y con el que nadie en su sano juicio (je) se identificaría, aunque lo haga de forma magistral.

    Hay otras, quizá menos conocidas, que resultan mucho mas inquietantes en cierto sentido, porque hablan desde un lugar que podríamos reconocer mucho mas fácil y peligrosamente cercano. Y eso si que da miedo... Mejor atragantarse con las palomitas viendo distorsiones preferentemente asesinas fuera de contexto, aterrorizarse un rato, -buena y cómoda catarsis- que inquietarse demasiado con la tremenda familia psicótica de Léolo, la madre adicta de un hijo adicto de "Réquiem por un sueño", el perfecto retrato de una personalidad esquizoide... y algo mas de "Pi", o las complejas relaciones familiares que acompañan al descenso de la protagonista de "Family life". Estas cosas si que inquietan. Porque podrían estar demasiado cerca. A veces el cine mas "psicopático" en realidad es un buen anestésico...

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