miércoles, 18 de julio de 2012

ENTREVISTA - Claire Denis, la intrusa.





¿Mi primer recuerdo del cine? (…) Son películas que nunca vi y que mi madre me contaba. Vivíamos en África, en un lugar donde no había salas de cine. Como era la hija mayor, a la hora de la siesta, mi madre me contaba películas. Las contaba muy bien, además le encantaba contar películas que daban miedo y eso también me gustaba.
Cuando era niña, sabía que era francesa aun si no vivía en Francia. Pero mi abuelo materno era brasileño, mi padre nació en Bangkok y yo vivía en Africa. Para mí, la nacionalidad no era algo tan fuerte como la diferencia entre blancos y negros, entre ricos y pobres. Ser francesa no es algo que haya determinado mi vida. Mi vida ha estado determinada por un ideal: crecí con un ideal muy poético, muy démodé.
(...)
Yo tenía la impresión de que, para hacer películas, había que hacer concesiones, juntarse con gente, hablar. Y yo detesto eso. Me costó mucho. Mi primera película me tomó cuatro años. Además, aparte de que no me gusta hablar y que me gusta la soledad, soy muy terca. Las dos cosas juntas hacen que todo se demore mucho, pero al final funciona.
(...)
No estoy preocupada por dar explicaciones; no porque quiera hacerlo difícil para los espectadores, sino porque disfruto mirar; me gustan sus misterios. No estaría feliz de saber mucho más de lo que muestro en las películas. Cuando comencé a hacerlas no pensé que iba a crear mi propia narración, no estaba consciente de eso, simplemente eliminaba ciertas cosas sin saber bien por qué. Pero ahora, cuando pienso en ello, me doy cuenta de que quizás nunca quise expresar mucho de mí misma, y siempre me gustó adivinar sobre la gente, entonces ese lugar entremedio, que no es un estilo pero si el tipo de relación que tengo con la vida, la religión, la gente, etc.
Me gusta que la cámara esté respirando, porque pienso que si el cuadro no se mueve al menos un poco, hay un límite. Si se mueve, delicadamente pareciera que algo ha cambiado en el marco.

(...) ser una mujer no es fácil en la dirección de cine. Siempre hay que probar que se sabe lo que se hace, que no es el caso de los hombres. Igual yo lo hago sin que nadie me pregunte por qué. Cuando filmábamos Beau Travail a veces no tenía una idea de lo que estaba haciendo, todos hicimos el entrenamiento.  Es importante ser dura, no masculina. Si alguien necesita hacer algo peligroso en una escena, me gusta experimentarlo personalmente antes. En White Material, una moto pasó por mi espalda. Creo que es una catarsis.




Cuando hicimos Beau Travail había un actor joven que era muy rudo. Y quería ser más rudo que yo. Y aunque nunca había cacheteado a nadie en la vida, pero le pegué porque había una chica joven y una mañana él le habló a ella de tan mala manera que yo fui hacia él y le pegué. Él me miró y le dije que si le hablaba una vez más a la chica de esa manera, se iba a casa. Pienso que es difícil ser mujer, no necesariamente ser directora, sino mujer. En la vida, cuando tienes que tomar decisiones, como mujer no está tan permitido dudar.

El ego es como un pájaro que necesita alimentarse con poquito, con pequeños cumplidos. Pero cuando alguien escribe que una es “cineasta de la década”, me dan ganas de reír.  Eso no quiere decir nada. Es tan abstracto como si me dijeran que mañana me van a dar 20 millones de dólares.


FILMOGRAFIA:

Largometrajes.
 Cortometrajes.
Documentales.

Fragmento final de "Ten Minutes Older; The Cello (Vers Nancy)".





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