“El primer plano de su primera película mostraba a un niño de pie junto
a un árbol joven. En el último plano de su última película, a un niño
tumbado a los pies de un árbol muerto. Uno podía considerar que se
cierra el círculo, que es una señal de adiós. Pero cuando rodó ese
plano, Andréi no sabía que estaba enfermo.
Otro enigma más que cada uno
descifrará a su manera. Algunos predican sermones, los Grandes lo dejan en manos de nuestra libertad. Cada uno decidirá por sí mismo si el Océano de Solaris existe, si la Zona de Stalker existe, si el Alexander de Sacrificio realizó
un milagro o no.
Cada uno encontrará su llave para entrar en la casa de
Tarkovski, el único cineasta cuya obra se haya entre dos niños y dos
árboles”.
Chris Marker ("Un día en la vida de Andréi Arsenevich", 1986).
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