martes, 14 de diciembre de 2010

La Seducción del Caos: Última proyección del ciclo BASILIO MARTÍN PATINO - Con el dedo en la llaga


Con este genial falso documental cerramos nuestro ciclo dedicado a la figura de este gran cineasta. 

Un crimen de apariencia pasional desencadena una investigación múltiple: mientras la policía trata de descubrir al culpable y los medios de comunicación dan a conocer diversos aspectos de la personalidad de los implicados, se reconstruye la controvertida figura del principal sospechoso, Hugo Escribano, un intelectual dedicado al estudio de las formas de expresión cultural y artística a lo largo de la Historia. Al hilo de los capítulos de su último trabajo, “Las galas del emperador”, se van desvelando los progresos del caso, mientras se cuestionan las relaciones entre los datos “objetivos”, sus apariencias y las distintas formas de representación.
Apoyándose en “El retablo de Maese Pedro” de Manuel de Falla, surgió esta producción insólita, llena de sugerencias brillantes, y modelo de trabajo para ese medio, que fue premiada como mejor programa de ficción de 1991 con la FIPA de oro en el Festival de Televisión de Cannes, y de la que su autor ha declarado: “La seducción del caos” parte de la idea de que, a veces, hacer cine es una forma de preguntarse, desde la propia inseguridad, por todas las certidumbres sospechosas. Es decir: romper espejos, apariencias y autoafirmaciones”.

CRÍTICAS (Carlos F. Heredero  y Juan Antonio Pérez Millán)

LA SEDUCCIÓN DEL CAOS

La seducción del caos o la quiebra del espejo audiovisual

Seducido por el caos, por la abundancia y la confusión promiscua en la que se mueven hoy en día los medios de comunicación y los mensajes audiovisuales, Patino se introduce en las cañerías del sistema y, como si fuera un ratoncillo travieso, se pone a jugar. Su afición lúdica predilecta consiste en dedicarse a romper espejos, haciéndolos añicos en busca de la verdad que oculta el azogue. Y lo que sucede es que, en el juego de la televisión y la comunicación, a cada espejo roto le sucede uno nuevo, y además todos ocultan lo mismo: simulacros, apariencias o mera representación. De estos hallazgos y de estas perplejidades habla La seducción del caos: imágenes articuladas que se proponen como texto legible para interrogar al espectador sobre la naturaleza de la verdad y de la mentira, sobre los límites entre la ficción y la realidad, sobre la frontera entre los dogmas y la cultura. (...) Y la mejor manera de aproximarse a esta reflexión la proporciona el propio Basilio Martín Patino. Lejos de toda sospecha doctrinaria y de toda pretensión por señalar caminos excluyentes.(...)

“Espejito prodigioso: ¡dime la verdad!”
(...) Como si estuviéramos en el “teatro de la indiferencia” con el que John Berger identifica los modos de comunicación en la urbe moderna, aquí “las apariencias ocultan el fracaso, las palabras ocultan los hechos y los símbolos ocultan sus referentes”. Se nos introduce en una galaxia llena de signos equívocos y ambiguos, donde nada es lo que parece y donde toda realidad se desvela como ficción, donde toda apariencia se descubre como representación. La propuesta de Patino viene a desarrollar en profundidad y en extenso la interrogante que ya se planteaba el protagonista de su película anterior (Madrid, 1987) al preguntarse si la realidad podía llegar a convertirse en ficción por el sólo hecho de pasar a través del objetivo de una cámara... Pero volvamos a la lógica de John Berger, que –quizás de manera inconsciente- parece haber inspirado la articulación del discurso propuesto por Patino: “Cuando se toma por verdad una mentira, la verdad real convierte a la falsa en una verdad meramente teatral” Esta es la premisa de Patino que, de manera cíclica y repetitiva, organiza el encadenamiento sucesivo de falsas verdades, de apariencias desveladas, de mentiras y representaciones, en el organigrama de La seducción del caos.
(...) En todos los materiales que se utilizan para desarrollar esta investigación existe, empero, un elemento de autoconciencia, todos enuncian y señalan la cámara que los filma: nunca ocultan su condición; más bien la proclaman y la subrayan.
(...) Lo que hacen es imitar la gramática del telediario, reproducir la torpeza de algunos movimientos de cámara, falsificar supuestos programas de archivo, copiar la estética de un video familiar, simular los lugares comunes de los informativos de actualidad. Tienen la apariencia de “datos reales” cuando en realidad se trata de sucesivas representaciones audiovisuales.
(...) El juego tiende a desenmascarar la supuesta fiabilidad y verosimilitud, la pretendida objetividad de un medio (la televisión, fundamentalmente) como espejo de la realidad.
Al mismo tiempo este discurso va siendo punteado por la intromisión de otro documental que se ofrece como un discurso elaborado, hasta cierto punto ficcional: son los diferentes bloques de “Las galas del emperador”, el programa que (supuestamente) Hugo Escribano estaba realizando para la televisión ante de precipitarse los acontecimientos que ponen en marcha su detección.
(...) Se entra también en un universo visual conscientemente diferenciado. (...) Es más: sus imágenes están firmadas, porque se nos dice que es un trabajo escrito y realizado por Hugo Escribano.
(...) En su interior se habla de desdoblamientos, de restauración y falsificación (...) de la necesidad de cuestionar todos los dogmas para llegar a restituir el goce estético ahora secuestrado por los arquetipos que los expertos y los oráculos de nuestra cultura sacralizan desde cada tribuna.
(...) “La dudosa sustancia de cuantos determinismos conforman este final de milenio en el arte, la religión, la ciencia, la política o los medios de comunicación”
(...) La seducción del caos es una propuesta insólita: espejismo o negación de sí misma, parece construida no sólo para relativizar toda posible certeza, sino también para relativizarse a sí misma como tal. Este movimiento autorreflexivo, tendente a poner en cuestión los propios resortes y mecanismos que articulan su escritura, se extiende y contagia a todo el armazón narrativo y especulativo que lo sostiene.
(...) Esta espiral de falsas apariencias y equívocas certezas llega a su cenit cuando el narrador se desvela como una impostura en sí mismo, como mera apariencia externa de un robot que pregunta dónde está la verdad.
(...) No se trata de un discurso nihilista, pero sí de una reflexión escéptica: una divagación sobre la necesidad de aprender a convivir con la incertidumbre (con la duda, con la interrogación) para no enfangarnos en la búsqueda dogmática de certezas inamovibles o totalitarias. (...) En definitiva, para desvelar las dosis de representación que subyacen a todo discurso audiovisual, por mucho que éste pretenda legitimarse como “espejo de la realidad”, caso de los telediarios o de los informativos de televisión. Y es contra este espejo, esencialmente, contra el que chocan las imágenes de la película al proponer a los espectadores una participación cómplice y activa en un juego cuyo principal aliciente consiste en curiosear al otro lado del azogue.
(...) Interrogaciones, sospechas y preguntas que exigen, para ser despejadas o respondidas, la quiebra del espejismo, la ruptura del contrato de confianza firmado entre el espectador y las convenciones de los medios.
(...) Aquí radica la mayor lucidez que desprenden las imágenes del filme, su activa conexión con la efervescente galaxia contemporánea en la que se mueven los medios de comunicación. Aquí es donde La seducción del caos deja de ser un espejismo para convertirse en una reflexión crítica y penetrante sobre la mirada opulenta y sobre las mitologías de la modernidad. En definitiva, un espejo de cuantos simulacros, apariencias o representaciones dan cuerpo a las formas de la cultura moderna que nos alimentan a diario.
Carlos F. Heredero. ARCHIVOS DE LA FILMOTECA. Valencia, abril/junio, 1992

La seductora producción del caos

(...) Quizá uno de los mayores logros de la película resida precisamente en la capacidad de Patino para superponer constantemente diversos niveles de representación.
(...) Lo que de verdad importaba era sugerir con la mayor fuerza posible la capacidad seductora de ese caos fundamental que puede horrorizar a primera vista pero que atrae en el fondo de modo irresistible. Y es curioso comprobar que, al intentarlo, Basilio Martín Patino ha puesto en pie una obra que es la síntesis y la culminación más acabada de sus trabajos anteriores y, a la vez, un planteamiento nuevo, extraordinariamente original en el panorama del audiovisual contemporáneo, y decididamente moderno, en el sentido más noble de la expresión: moderno porque se propone integrar con plenitud las formas de expresión de los diversos medios actuales (cine, televisión video...) y moderno porque conecta directamente con las preocupaciones más acuciantes en el campo de la comunicación, pero también en el de la ciencia o la filosofía. Todo ello, aunque el propio Patino se empeñe en decir que La seducción del caos es sólo un “divertimento en imágenes”, mientras destacados especialistas en filosofía de la ciencia, por ejemplo, ven en ella un planteamiento extraordinariamente atrevido y lúcido de las cuestiones que más interesan hoy en esos ámbitos.
Juan Antonio Pérez Millán. ARCHIVOS DE LA FILMOTECA.


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