martes, 6 de noviembre de 2012

Alexander Kluge, narrador. ("Quien se ríe de los cuentos es que nunca estuvo en dificultades"),



"Esta es mi idea del cine narrativo: la de contar historias, 
¿y qué es la historia de un país sino la más vasta superficie de narraciones?... 
No sólo una historia, sino muchas." 
Alexander Kluge



Nacido en 1932, Alexander Kluge parecía destinado a ser un brillante abogado. Sin embargo, pudo más su pasión por el Séptimo Arte, lo que le llevó a ser asistente de Fritz Lang en sus últimas películas alemanas, experiencia que Kluge juzgó como muy decepcionante. Tras realizar varios cortometrajes entre 1960 y 1962, se erige como uno de los redactores fundamentales del Manifiesto de Oberhausen. En 1963 crea Kairos, su propia productora, y en 1966 dirige su primer largometraje: Una muchacha sin historia (Abschied von gestern), adaptación de un relato suyo donde Anita G., una inadaptada, será incapaz de ver cumplido su deseo de mejorar, de empezar una nueva vida. Sus esfuerzos por conseguirlo le acarrearán tantos problemas que acabará en la cárcel. La película se alzó con el León de Plata en el Festival de Venecia, lo que supuso a su vez el primer reconocimiento internacional para el Nuevo Cine Alemán. 

Desde su ópera prima, el cine de Alexander Kluge mostrará constantemente la dialéctica de la realidad a través de muchas piezas que se complementan o disyuntivan por el procedimiento de la técnica de la asociación y el montaje; los procedimientos de distanciamiento; el rechazo hacia todo esteticismo; las reflexiones y citas introducidas a modo de intertítulos; el recurso a la voz en off y a la diferenciación por capítulos; la inserción de secuencias pseudo-documentales, dibujos, poesías y filmes; las dosis de ironía y crítica social fundadas en perceptivos análisis de las contradicciones de sus personajes observados en paralelo; o la exaltación de los espacios interiores (la arquitectura de un edificio, sus corredores, puertas, escaleras, techos decorados al estilo modernista en contraste con un suelo sucio y desgastado). Kluge -de quien se dice que "su prosa es fílmica y sus films literarios"- procura siempre la participación activa del espectador que ve sus películas, y para ello empleó su "técnica de los espacios vacíos" (Leerstellen), según la cual los significados no resultarán de las imágenes proyectadas en la pantalla sino de la interacción de éstas con "el film que se forma en la cabeza del espectador".

A Una muchacha sin historia le siguió Artistas bajo la carpa de un circo: Desesperados (Artisten in der Zirkuskuppel: Ratlos, 1968), una parábola sobre la dificultad de preservar la independencia como artista, en la que una artista de circo, Leni Peickert, se ve obligada a cambiar su carpa movible y transformable por un "circo de invierno" amurallado por paredes de cemento. La película, fuertemente simbólica, fue considerada un ensayo autocrítico de la situación del joven cine alemán y sus dificultades (en cierto momento se dice lacónicamente: "La señora Peickert comprende que no puede seguir siendo artista si quiere ser empresaria. ¡Sólo como capitalista se pueden cambiar las cosas!").


Tras rodar Trabajos ocasionales de una esclava en 1973 (una profundización del método que llevó a cabo en su primer film) y mezclar varios relatos sobre diversos mitos políticos y cinematográficos en In gefahr und grösster not bringt der mittelweg den Tod (1974, codirigida por Edgard Reitz), además de realizar una incursión en un cine más lineal con Ferdinand, el radical (Der starke Ferdinand, 1975), una historia que cuestionaba el culto alemán a la seguridad, dirigió una de sus películas más importantes: La patriota (Die Patriotin, 1979), sobre los problemas de una profesora de Historia, Gabi Teichert, para enseñar la historia alemana a sus alumnos y que la conducirán, incluso, al congreso del partido del SPD. La lucidez, la ironía y el humor recorren esta obra repleta de narraciones fantásticas que nos conducen a la mismísima génesis de Alemania ("Quien se ríe de los cuentos, es que nunca estuvo en dificultades", llega a afirmarse).
Además de su faceta como cineasta, Alexander Kluge ejerció la crítica cinematográfica y trabajó como docente de Teoría del cine, publicando algunas obras sobre dicha materia.





La Zinemateka de la Alhondiga, en Bilbao, dedica un ciclo a este autor desde el pasado mes de octubre..  Mas información.


 Fuente: http://www.rafamorata.com/nc2.html
 

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